Tengo un par de teorías acerca de escribir reseñas, la primera es que sin importar la habilidad del escritor, o incluso del mismo artista en describir y expresar el sentido y contenido de su trabajo creativo, siempre se sonará un tanto pretencioso y fanfarrón. El mismo intento de describir un trabajo creativo de manera objetiva es quizás un ideal demasiado optimista y finalmente inalcanzable. Es para mí, sin embargo, un ejercicio que me entretiene lo suficiente para seguir haciéndolo. La segunda teoría, más relevante a esta reseña en particular, indica que la apreciación musical es una actividad mucho menos estática de lo que la mayoría piensa. Muchas veces las circunstancias alrededor del simple momento de estar escuchando un álbum por vez primera influenciarán significativamente la experiencia.
Tomando por ejemplo este disco, meses después de haberlo escuchado por primera vez, sin mayor impacto en su momento, decidí colocarlo en un playlist de la música que he escuchado en este 2013, únicamente por el impulso de la minuciosidad. Y súbitamente experimenté el proverbial “click” en mi cabeza y todo lo que escuchaba tenía un nuevo sentido y emoción. Y no es como si no lo hubiera comprendido de una manera un tanto “intelectual” las primeras veces que lo escuché. La fuerte influencia del monolítico Neurosis ya estaba presente y era dolorosamente clara, pero en su momento sólo me provocaba el antojo de escuchar al verdadero Neurosis en lugar de escuchar de nuevo este disco. De hecho, el resto de la discografía de Cult of Luna solía provocarme una sensación similar. De alguna manera existía una desconexión entre el sonido y la emotividad que deseaban provocar. No era mala música de ningún modo, pero tampoco era algo que provocara compulsivos atracones musicales de repetidas reproducciones del mismo álbum.